Celeste Mayorga (25 años,
fotoperiodista, estudiante de sociología) nos ha enviado una imagen, una imagen
social, la imagen de un basural de mercado, y sirva decir que la elegimos
porque la basura es nuestra realidad y es nuestra metáfora.
Toda esa cerdez residual que se apila
contra un muro quemado, toda esa bestiabasura (como la llamara yo en mi primer
libro Este cuerpo aquí) para mí que
está viva, para mí que es como un organismo grasiento y mutante y realmente vivo,
que nos terminará engullendo en nuestro maltiempo de Tercer Mundo.
O no: a lo mejor de toda esa señora basura
nacerá un nuevo Cristo, y a lo mejor es ese mismo niño sonriente en la foto.
A lo mejor de la última putrefacción nacerá la última esperanza. Ese nene, esa
inocencia solar que se alza sobre esa basura, y que sobre ella sonríe,
representa nuestra única posibilidad de salvación. Sonriamos todos sobre este
gran basurero administrativo, gubernamental, nacional, sobre esta
infinita e infarta catástrofe, aunque apeste, y sobre las toneladas de promesas
muertas levantemos más y más pancartas, sacando a patadas a corruptos y tahúres.
Ahora hablaré de naranjas, ya que hay
tantas en la foto. Espero que no les moleste. Verán, mi primer trabajo consistió
en vender naranjas. Las iba yo a buscar a Escuintla –un millar, dos millares– y
luego las vendía de casa en casa, de familia en familia, veinticinco naranjas, medio
ciento, el ciento entero, hebdomedariamente.
Pero muchas no las conseguía vender, así
que las ofrecía a las señoras esas que hacen jugo de naranja en las esquinas, o
ya desesperado las iba a vender a la Terminal por nada, porque en la Terminal
saben cómo explotar a un hombre, así como saben explotar a un niño. Esto
rememoro mientras veo el detritus de las naranjas en la foto, y debajo del cual
puede que haya hasta un degollado y dos pedazos de mujer. La bestiabasura siempre
tiene hambre.
Lo digo nuevamente: ese detritus es
nuestra realidad y es nuestra metáfora. Somos productores de basura literal,
política, simbólica y sangrienta. Y, como ya lo sugerí, nuestro salvador
nacional, si es que alguna vez tenemos alguno, será un guajero, o no será. Vendrá
de un vertedero, este o el de la zona tres o cualquier otro. No será un funcionario ni un ex
funcionario, no será un demagogo o un político, tampoco una figura de aires
doctorales, ni mucho menos un mercader, un banquero, un oligarca o un
dinosaurio: será un guajero, un guajero de mirada pura, alguien que entienda el
funcionamiento de la basura y no le tenga miedo y sepa transitar limpiamente entre
sus gases mefíticos y hacer útil algo con ella y la ponga en su lugar.
La foto la hemos bajado del portafolio
de Celeste Mayorga en Flickr:
(Fotosíntesis publicada el 29 de mayo de
2015.)
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