Foto:
Douglas
Vásquez Vides
Douglas
Vásquez Vides es un actor teatral y de cine y de televisión (viene en la serie Morena). Podemos inventariar algunas de
las películas en las que ha actuado: VIP, Donde
acaban los caminos, La Muerte de Diógenes, El Regreso de Lencho, Puro Mula,
Trip. Aparecemos los dos en La Casa
de Enfrente, con la estimable diferencia de que él sí es actor, y yo pues a
huevos no.
Aparte de la
actuación, también es suya la pasión de la fotografía. De allí que Douglas me
enviara la foto de una flor, para la presente sección. Se trataba de una flor
perfectamente reseñable, pero viendo su stream de fotografías en flickr hubo una imagen que me llamó más la atención, y es la misma
que arriba les presento.
La foto forma parte de una
serie que tomó en un ingenio azucarero de la costa sur. Me cuenta Douglas: «Husmeando dentro de los
cañaverales me encuentro a estos jóvenes que descansaban un rato y me piden una
foto de grupo. Luego de la foto converso un poco con ellos y me dejan saber
cosas que no imaginas suceden dentro de esos ámbitos…»
La foto me llamó la
atención porque es una magnífica foto de alto contenido social, una foto muy
clásica, si tan luminosa también tan desmoralizante. Me recordó aquellas fotos
sublimes de la depresión norteamericana, en los años treinta. Nuestra realidad
local también es como una gran constante depresión. Es como leer Germinal 84, 000 veces seguidas.
Vean, aprecien: la
formación perfecta de estos cortadores de caña, su felicidad aparente
contrastando con lo duro de su árida cotidianidad.
Es en efecto la
discrepancia de lo real de la zafra y lo ingenuo de estos chicos en el ingenio
lo que nos ha parecido sobre todo meritorio de esta secular imagen. Es el modo cómo
están sonriendo estando descalzos. Es la tierna edad prematura y a la vez el machete
segador y cegador. Es el gesto naïf que se pretende muy gansta pero conjuntamente
la ropa tiznada y sin bling (caña y clica, que no van juntos). Es la tele
chiquitita y cándida que los acompañará en jornadas repugnantes y
feudoagrícolas. Son los rostros luminosos y es el cañaveral monopólico bajo el calor
impenitente.
Al final solo quedará la
realidad hosca. La inocencia será arrebatada y dada en holocausto a los dioses
ácidos y diabéticos del azúcar, y estos jóvenes serán carne de cañón, serán
pues carne de caña. Desfigurados por el sílex de la explotación, que en esos
lares empieza muy temprano. En el pavorreal de lo posible no hay un lugar para
estos chicos. Eso todos lo sabemos. Se terminarán apagando como una vela en el
sol. Nadie sobrevive a la prueba de la zafra, aunque los dueños del país digan
otra cosa. Para mientras nos podemos ir a comer un helado.
(Fotosíntesis
publicada el 29 de agosto de 2014 en Contrapoder.)