¿Por qué me
habrá interesado esta foto de lo que parecen ser huesos, estructuras
vertébricas? Acaso fue su leve atmósfera gigeriana, o algo que podría estar en
un disco de Tool, quizá.
Le pedimos a
la autora de la fotografía –Monica Macal– que nos hable de la foto. Nos
aclara que pertenece a una serie llamada
Continua Transformación. “En estas fotografías busqué desfractalizar los
huesos a través del lente rodeado de espejos”. Una técnica que ha usado desde
2012.
Macal nos
dice: “Experimenté en el campo de la arquitectura, diseño gráfico, filosofía y
artes plásticas; después de estos intentos me aislé en un misticismo
introspectivo que me llevo a este momento en el que vivo el momento”.
Por supuesto,
no hay misticismo auténtico que no nos lleve a los huesos. Dice Claudio Naranjo,
en un texto titulado Fisiología y
experiencia del itinerario chamánico: «Que el chamán hace su viaje en la
nave de su “serpiente interior” implica que se va ya haciendo más y más
consciente de su esqueleto». Y también: «(…) el fenómeno vibratorio parece ir
penetrando tejidos cada vez más densos y se acompaña de una creciente consciencia
de los huesos». Y añade: «Me parece curioso que la experiencia de una
progresiva muerte psíquica –para la cual el esqueleto es un símbolo natural– se
acompañe de una especie de despertar de los huesos».
Llevamos
nuestra muerte dentro de nosotros, en forma de calavera, pero resulta que esa
muerte vibra, está viva, que los huesos están vivos. Nuestra estructura ósea,
vertebral, endoesquelética, es –además de un campo químico rico, inteligente y
activo– un entramado de energías sutiles.
Eso a mí me
ha quedado muy claro con la práctica del Chi Kung. Distintas técnicas como lo
son la órbita microcósmica, la transformación de la energía sexual, o la
respiración ósea, me han permitido experimentar directamente la energía
dinámica de los huesos, dinámica no solo porque son hasta cierto punto
flexibles y cuentan con diseños que permiten el movimiento, sino porque los
huesos como tales son autopistas de energía fluida y consciente.
Monica Macal
parece corroborar esto cuando dice: “En la estructura
perfecta del cuerpo humano, los huesos se pueden llegar a considerar inertes.
Para mí son el medio para expresar la importancia de cada molécula en la naturaleza y como por pequeña o
progresiva genera cambios.”
Lo
duro es lo dinámico. Y viceversa. Sabemos que a nivel subatómico hay campos o
fuerzas extremadamente porosas y sutiles que sin embargo promueven fuerzas y
resistencias extraordinarias. Así como sabemos que hay expresiones matéricas increíblemente
compactas que a un nivel cuántico son extremadamente volátiles, y que son habitadas
por enormes vacíos y aperturas incalculables. ¿No son estas paradojas
misteriosas del todo estimulantes?
(Columna
publicada en el 17 de abril de 2015 en Contrapoder.)
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