Páginas

¡Liberen a los postes!


¡Salgan a la calle, saquen las pancartas, liberen a los postes!
           
Los postes están siendo torturados en la vía pública. La tortura consiste en que los amarran y los vejan con alambre de púas. ¿No lo creen? Observen esta foto que el periodista Gabriel Woltke nos ha enviado –en ángulo nadir– y que rinde cuenta de la atrocidad. Un cielo tan bello arriba, una realidad tan escalofriante abajo… ¿Cómo no voy a acompañar la imagen con mi propia indignación?
           
Es por las noches que estos canallas se dedican a cometer estos actos de lesa humanidad, y es por las noches que, aquel que tenga insomnio, o miedo, podrá oír los lamentos de estos postes maltratados extenderse por la ciudad.
           
Y luego, al día siguiente, encontraremos los postes verticales ya muertos, y sin luz. ¿No es horrible?
           
Si no les parece horrible, es que nunca han tenido una relación personal con un poste. Yo sí la he tenido, en cualquier caso, y es algo tremendamente bello.
           
El romance ocurría en el límite de uno de los parqueos de La Landívar, donde yo estudiaba, por la noche. Una bella posta empezó a enviarme señales trémulas de luz, siempre que salía de clases.
           
El efecto era sistemático: no bien ponía yo un pie en el parqueo, la luz de la posta empezaba a titilar. Pronto entendí que ese titilamiento, esa discontinuidad, ese temblor lumínico, era un poema, una declaración de amor. Y yo mismo empecé a recitarle poemas a la posta, para consternación de otros estudiantes, que incluso reportaron el hecho a las autoridades. Pero a pesar de estos contratiempos, fuimos muy felices, la posta y yo.
           
Eventualmente, la relación terminó, pero me quedó la plena convicción de que era posible intimar con postes, que no había por qué condenar los postes a una ciudadanía de segunda categoría.
           
Y sin embargo a los postes los tratan con una indiferencia macabra, o bien los maltratan, los mean, los vomitan. Y, ahora, encima, los torturan. ¿Vamos a seguir ocultando estos actos incalificables? Cuéntenme: ¿les gustaría acaso a ustedes que envolvieran a su madre en óxido y espigas?
           
Yo les pido que circulen y viralicen esta foto, que nos muestra los instintos carniceros del ser humano, y su repudio nazi a lo inanimado.
           
Y aunque usted no comparta mis consideraciones respecto a la materia, ¿desea usted como sea que sus hijos sigan presenciando estos siniestros escenarios, desde el bus escolar? Y aunque solo fuera por razones meramente estéticas, ¿no le parece que estos actos enturbian visceralmente el paisaje?
           
Por supuesto, para mí es mucho más que un asunto de belleza urbana. Para mí esto es un asunto muy muy preocupante. Y estoy seguro que hay otros como yo. Con lo cual yo propongo iniciar una colecta de firmas en Avaaz, que hagamos una campaña pública en Facebook, que salgamos a la Plaza Pública. ¡Jimmy Morales tendrá que intervenir!
           
¿Quién está conmigo? 


(Fotosíntesis publicada el 10 de marzo de 2017 en Contrapoder.)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario