Ya no podemos abrir esa puerta maldita
que selló el destino de esas pobres niñas, en ese horroroso incendio de aquella
jornada fatídica, pero podemos arrancar la máscara tremenda a aquellos todos, y
varios fueron, que pusieron el candado oscuro.
«¡Jimmy ya te dimos mucho tiempo!»,
decía una pancarta vista en la Plaza, el pasado 11 de marzo, como quedó
registrado en esta foto, enviada por el despierto Bladi Reynaldo Polanco.
Es lo que decía la pancarta, pero en
toda honestidad yo a Jimmy nunca le di tiempo alguno y jamás confié en él.
Desde un principio mostré mi rechazo a su postulación, y por supuesto que no
voté por su persona. No le veía yo el mérito por ningún lado, el saber, la
capacidad, y su intención siempre me pareció ya no solo dudosa e improvisada,
sino directamente sospechosa.
Ni decir que Morales ha tenido, a lo
largo de su gestión, una forma consistente de corroborar una a una mis
intuiciones respecto a su persona, superando mis anti–expectativas.
Así por ejemplo en la entrevista que dio
a Fernando del Rincón, para CNN, pasadita la quema infausta. Cuando todos
llorábamos, Jota, en cambio, daba justificaciones en la televisión
internacional, encubría, se devanaba en abstracciones cómplices, evitaba, en su
cinematografía política, los primeros planos y los encuadres comprometedores.
Terminada la entrevista, me fui directo
a la computadora, y escribí el siguiente post en mi página de fb:
“Señor Presidente: optó usted por el
frío ante el fuego, pero este fuego tremendo demandaba fuego a su vez.
Demandaba compromiso incendiario y un poco de maldita vergüenza. Que haya
seleccionado nuevamente el tonito evasorio, condescendiente, impostado y
charlatán; que haya penosamente escogido la justificación y el enunciado de
visos sordos y subnormales; que haya soltado el párrafo ininterrumpido e
ininterrumpible, como quien da cátedra a unos mocosos; que su ruta haya sido
entonces la de proseguir un guión reptiliano, calculado y sin vida, cuando vida
es lo que tanta falta hace en el país; que se haya inclinado por el control de
daños y el guión fácil de asesor, investido de falsa calma, todo eso jamás se
lo perdonaremos. Como no le perdonaremos que no se quiebre, dado que tal era y
sigue siendo el holocausto mínimo y humano que nos tiene aún debido. Y sin
embargo no esperábamos otra cosa de usted, Señor Presidente. No es sorpresa que
todas las piedras sigan en su lugar, y que ninguna haya sido levantada. Pero
una cosa es segura, Señor Presidente: las piedras las vamos a levantar
nosotros.”
Como que muchas personas sintieron lo
mismo que yo, porque el post fue muy compartido. Mucha cal y ninguna lágrima
por parte del señor Morales nos provocó asco a todos y a cada una. Como nos
provocó asco la decoratividad, la ineficiencia, el nepotismo y aún más la
connivencia con un régimen social explotador, que no es una cosa de huerfanitos
dickensianos de caricatura, sino algo ya puramente criminal e inférnico.
(Fotosíntesis publicada el 24 de marzo
de 2017 en Contrapoder.)
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