Por fortuna,
cada vez que lanzo una convocatoria en fb para la Fotosíntesis, muchas personas
responden. Javier Ucles, el autor de la foto, es una de esas personas.
Ucles, aparte de ser ingeniero, y padre de
dos hijos, es un fotógrafo aficionado con una seria obsesión, me da a entender,
por la fotografía. Su portafolio de Instagram (instagram.com/daligt) es breve
pero versátil.
Realmente lo que mejor hace es el retrato,
sea de cuerpo entero o de medio cuerpo. El sitio www.javierucles.com ofrece diversas
fotografías en esa línea. Él dice:
"Después de pasar por todas las fases de fotografía, encontré en el retrato mi mayor pasión. La adrenalina de acercarme e involucrarme aunque sea por un momento con alguien completamente extraño, es lo que me motiva a seguir buscar retratos."
Y bueno: de esos tiene varios. Yo elegí el que entonces están viendo, de 2016. Sepan que he fotosintetizado muy malas fotos en esta sección (porque esta es una sección muy democrática) pero la presente imagen no es una de ellas. De hecho, me parece una foto muy legítima y especial. La foto nos pone enfrente a un chavo. Es un chavo con pinta de swagger. Un chavo USA.
Y bueno: de esos tiene varios. Yo elegí el que entonces están viendo, de 2016. Sepan que he fotosintetizado muy malas fotos en esta sección (porque esta es una sección muy democrática) pero la presente imagen no es una de ellas. De hecho, me parece una foto muy legítima y especial. La foto nos pone enfrente a un chavo. Es un chavo con pinta de swagger. Un chavo USA.
Aparte de que
me gustó bastante la foto de sí, la elegí por todo el rollo de los comicios estadounidenses, que
desembocaron en la elección de Trump, elección que sellará el destino de
incontables inmigrantes.
Bajo esa luz, la imagen cobra un sentido
particular.
Por cierto, ignoro si el de la foto ha sido un
inmigrante o lo será un día, pero no podemos negar que emana una cierta
atmósfera inmigracional, por así decirlo.
Javier Ucles tomó la foto en Fraijanes, al
aire libre, en lo que parece ser una ruta grávida de niebla. Lo logrado de la misma
es la manera en que el personaje está tan delineado y perfilado, incluso en
medio de la bruma y ambigüedad del fondo (lo cual es casi alegórico: la
carretera es fantasmal, inconcreta, pero el que la transita es de carne y hueso).
Además de ser un retrato memorable, la
foto es un espejo. Esta clase de fotografía social artística puede tener mucha
relevancia en términos de autoreconocimiento, de asir nuestra propia identidad.
Identidad que inexorablemente está ligada
a la identidad de los Estados Unidos, cuya influencia cultural sigue en nuestro
país vigente, circulante y alienante.
En el pasado la gringokultur nos venía de
arriba, de las clases altas, pero luego necesariamente empezó a emanar de las
medias y bajas clases, cuyos sujetos pasaron a recoger y proclamar sus valores.
Muchos de ellos, sumergidos en la utopía del éxodo, están muy orgullosos de la
cultura estadounidense, la pavonean sin pudor, incluso la protegen de sus
propios congéneres. Es tal como dice Chuck Palahniuk: “La verdad es que los
inmigrantes suelen ser más americanos que la gente nacida aquí”.
Nuestra gringa gente.
(Fotosíntesis publicada el 18 de noviembre
de 2016 en Contrapoder.)
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