No importa si es una partícula
subatómica, una bacteria, un jefe histérico, o un supercúmulo galáctico: todo
es, en términos generales, bello y relevante. Este pathos cósmico es lo que
hace que todo siga surgiendo, en alegre convivialidad y caótico enroscamiento.
El universo, tan genérico, suda
particularidades. Cada escenario de lo real emana una señal completamente
única. El mundo fenoménico como matriz infinita de mensajes. ¿Qué dicen todos
esos mensajes? Dicen algo tan poderosamente original que el problema es que no
admite traducción.
Y sin embargo el ser humano traduce. Tal
es su onda. Versos, profecías o ecuaciones: el humano traduce.
Ahora mismo, me dispongo a traducir este
mensaje visual que nos ha enviado nuestro querido Jorge Uesera Guerra –ya
prácticamente un residente de esta sección–. Hay que darse cuenta que los
fotógrafos son instrumentos altamente receptivos que captan –también crean– mensajes
a veces demasiado interesantes, para todos nosotros.
Como este. Como esta pluma (¿de qué ave,
suave o delirante?) sobre una hoja de hierba, en fina copulación. ¿Por qué la
hoja de hierba ha descendido así, ha elegido este impecable desenlace? No es un
cuestión de tamaño, de proporción, puesto que como ya lo explicara el poeta
(Whitman) una hoja de hierba no es inferior a la circulación de los astros. Y
sin embargo sí es una cuestión de proporción y definitivamente una cuestión de
delicadeza. Lo delicado ha buscado lo delicado, lo suave ha buscado lo suave,
lo breve ha buscado lo breve. Hay una suerte de endogamia de lo sutil aquí,
dándose entre un brizna y una pluma, dos objetos por un lado bastante disímiles,
pero por otro pertenecientes a una misma delgadez, a una misma levedad. Así
pues, la blancura y el verdor. Una partitura diminuta de filamentos albos
contra un fondo de mullida verdura. Es tan simple y tan bello y tan increíble
como eso.
No sabemos cuando durará esta
fecundación, esta intertenuidad. Quizá eones, o quizá un instante, un minúsculo
instante sin interdicción. Pero un instante que ha sido absorbido ya por el
lente Uesera, antes de que fuera ido. Uesera siempre sale al encuentro de estos
encuentros, participando perceptualmente de estos milagros. La naturaleza es la galaxia en donde se
sumerge con regularidad, para dar rienda a sus poderes fotográficos,
sensibilísimos y atencionales.
Por supuesto, no hace falta sumergirse
en la naturaleza para presenciar estos mensajes tan sugestivos, y ni siquiera
hace falta tener una cámara. Incluso en los ambientes y formatos más ordinarios
de nuestra cotidianidad doméstica hay recados mágicos, así como toda clase de
confluencias y sugestivos yinyanes.
Dígame, amado lector, cuénteme, lector
querido, ¿qué milagros y qué mensajes le están rodeando a Usted en este preciso
momento?
(Fotosíntesis
publicada el 9 de septiembre de 2016 en Contrapoder.)
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