Supongo que podría
introducirlo como poeta, aunque eso equivaldría claramente a reducirlo, siendo
un montón de cosas más (pintor, artista del performance, editor de proyectos
digitales, modelo, diseñador de ropa, un largo etcétera).
Recientemente publicó un
libro con la Catafixia, llamado Constante huida. Su poesía
extraterrestre me recuerda la poesía bizarra noventera.
Manu representa al verdadero
mutante queer posmoderno que esta ciudad y este país siempre han necesitado.
Sensible Manu, delicado de alma y de figura, y desde esa delicadeza, tan
creador y tan abierto a la vida.
Manu es amigable, es coqueto,
es poeta, y todo lo transforma en arte, porque es esteta.
Manu es un ser liminal.
Supe de él la primera vez por
una fotos en donde exploraba el travestismo indígena, y también por su poesía
erótica gay (que alguna vez leí en un evento LGBT).
No sé donde lo conocí
personalmente, seguramente en la zona 1, lo asocio a la zona 1, al universo
artístico de la zona 1, ángel tierno de la zona 1.
Fue en la zona 1 en donde
Sergio Valdés nos tomó una foto juntos, que es una foto, en mi pensar y en mi
creer, clásica.
Tampoco es que me lo
encuentre mucho, porque yo no salgo, pero me da gusto encontrármelo cuando eso
sucede. Siempre me dan ganas de saludarlo de beso, pero mis patrones
heteropatriarconormativos me lo impiden.
Manuel Gabriel Tzoc Bucup es
indígena de origen (San Andrés Xecul) y ahora es pieza habitual de la escena
urbana y artística local. ¿Sería correcto decir que le ha dado la espalda a su
inceptum indígena? No en el sentido de negarlo, no en el sentido de quemar los
puentes de su identidad de origen, sino en el sentido de volverla más compleja,
por ejemplo en términos de género.
Me parece que no debe haber
sido fácil para él optar por rutas de género más fluidas viniendo de un
universo supongo muy conservador. Ya de sí ser LGTB en Guatemala no es para
nada fácil, como quedó probado con la reciente y monstruosa muerte de Luis Aldo
García Sologaistoa, a manos, según ha descendido al conocimiento público, de
unos cobardes, a quienes nunca habría que dejar en paz.
En fin, no quiero amargarme
la columna, así que voy a hablar mejor de la foto de Manu, llamada Antena, y
que nos presenta un diorama. Esto de los dioramas es algo con lo cual ha venido
trabajando Manu. Explica que siempre le ha encantado jugar con las escalas
mayores y menores, comprando juguetes de diversos personajes, tamaños y
colores. “Armo escenas, calculo las escalas, les creo una narrativa y los
registro con fotografía o vídeo si lo demanda.”
La foto es muy bella en su
monocromatismo (podríamos decir: manucromatismo) de papel platinado. Es muy
bella en cuanto capta las ondas del agua sobre el espejo plateado, reforzando
el efecto mercurial. Agua que cae, con algo de fuente, sobre un astronauta,
cámara en mano, rodeado de puntitos de luz.
Houston, ningún problema.
(Fotosíntesis publicada el 12
de agosto de 2016 en Contrapoder.)
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