Cierto. Me gusta cuando mandan fotos de danza.
Porque realmente son tan galanas. Y porque publicar una foto de danza es una
manera de apoyar esta expresión artística, tan visible, y sin embargo tan poco
vista, a veces, en nuestro país. Y luego porque, me pongo a pensar, foto y
danza vendrán juntas hasta el final de los tiempos –hasta que el universo se
dispare la salida espectacular que nos tiene tan prometida.
El fotógrafo para esta edición, Allan Salguero,
ha colaborado con Espiral Danza Guatemala. Es a partir de una de las
presentaciones de esta compañía –se llamó Color
en movimiento– que Salguero construyó una serie de fotos, a la cual
pertenece la que tienen enfrente.
Por cierto: si desean saben algo más de esta
agrupación, pueden hacerlo por virtud de su página de Facebook, o bien en su
website que es: espiraldanza.com.
Todo, en estas fotos tan artísticas que
Salguero ha enviado, parece tener ritmo y profundidad. Así se hace fotografía
de danza: no es una cuestión de fijar el movimiento, sino de hacer que el
movimiento viva en lo fijo. Todo lo cual demanda un grado de concentración y
timing especiales. Uniendo paciencia orientada y momento decisivo, el fotógrafo
de danza conseguirá captar, en toda su esencia, a los artistas cinéticos, flotantes
y corpóreos.
Ahí los tienen. De su expresión, de su
histrionismo, de sus infinitos modos de arquearse, tan dignos, recibimos una
mezcla profunda de esfuerzo e inspiración. Y de esa mixtura de poder y gracia
es que surge, alquímicamente, la danza –con su torbellino de fuerzas y velos. Si
fuera menos perezoso, iría a consultar El
aire y los sueños, de Bachelard, o a lo mejor La tierra y los ensueños de la voluntad, para ver qué puede el filósofo
barbado decirnos al respecto.
El que baila sopla aire a tierra y tierra al
aire. De lo cual resulta una evanescencia de polvo, flotando en un fondo oscurecido.
Este talco empieza a volverse lienzo y posibilidad creadora.
Para
mientras, el danzante socializa con un movimiento muy puro. Vemos muy
atentos sus piernas cabrías y formales, su poderosa composición. Yo, que llevo
una vida tosca, tozuda y sedentaria, una vida de sentado y sin andar, no tengo
sino admiración por aquellos que han hecho del cuerpo un vehículo de lo
terrenal y lo sublime.
Me parece que es ya la tercera vez que pongo en
este espacio una foto de danza (ver: “Ondulante”, publicada el 17 de octubre de
2014; y “Pasión ocre”, publicada el 20 de septiembre de 2013). Como yo lo veo,
esto de las fotos de danza podría convertirse en todo un subgénero de la
Fotosíntesis.
Si tienen, manden.
(Fotosíntesis publicada el 20 de mayo de
2016 en Contrapoder.)
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