Foto:
Cecilia
Ordóñez.
Como ya he explicado antes, estoy
abierto a recibir fotos para esta sección, profesionales o amateur. Si algo de
lo recibido me llama la atención, lo voy publicando.
Entre las personas que me han enviado sus
imágenes se encuentra Cecilia Ordóñez. En concreto me envió su portafolio de Flickr,
con varias piezas, y yo escogí la presente, que ella tituló “Un pedazo de cielo
en mi terraza”.
Una foto de ocasión, seguramente, a lo
mejor captada en época de lluvia. La tomó en la terraza de su casa, en San
Pablo, San Marcos.
Apreciamos la imagen porque es claramente
una foto del cielo, pero el cielo mismo no aparece por ningún lado, salvo su
reflejo. Es una imagen muy típica de nuestra ciudades y pueblos, con sus
tonalidades cenicientas, humedades ennegrecidas y claudicantes.
Hay muchos techos así, en donde se
acumulan el agua, el fierro, el block desconsolado, y en donde van a dar
objetos ya sin uso o función, una llanta, o un tubo PVC, como en este caso.
Y sin embargo, en medio de lo inútil y
lo gris, la revelación.
Lo lindo es ver cómo lo urbano, a veces,
nos ofrece salidas, aperturas, rupturas mágicas, puertas de acceso a lo alto. Así,
una azotea pasa a ser una terraza al infinito. Sobre el cemento, un charco deviene
un espejo celeste.
El espejo nos baja el cielo a la tierra,
nos baja el cielo a nuestra residencia asfáltica, líquida y gris. Trae un
celaje a esta realidad nuestra de lluvia y óxido.
Puede que correlativamente en el cielo
hayan espejos que reflejen, entre océanos de nubes, imágenes intensas de
nuestra ciudad derrotada. No sabemos.
La azotea, ya lo dijimos, como terraza
al infinito. Como último recurso ante la claustrofobia. Yo tuve una infancia de
azotea, en casa de mi abuela, en la zona 9, justo donde empieza la Terminal, y
así fui bregando contra el tedio. Pasé luego mi adolescencia con otros que
tocaban la guitarra en techos con toneles de fuego prendido, en intemperies de
libertad. Y en la adultez me la he pasado viendo tejados de concreto o láminas
de zinc, contemplativamente, desde terrazas desmoralizadas.
Si quieren ver más fotos de Cecilia
Ordóñez, pueden visitar su Flickr:
Ella sintió el abismo celestial en el espejo de la terraza: saltó para hundirse en la ilusión que se diluyó con su dolor en los pies.
ResponderBorrarJorgeGuerra
que belleza...
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