Foto:
Luis Edgar Villagrán
Todo es amable, la muerte incluida: uno puede amar la muerte, uno puede
tener mucho amor por la misteriosa y misericordiosa muerte.
No soy morboso: en la muerte y la desintegración veo el rostro de Dios.
Dice Gurdjieff: “La constante conciencia de la inevitabilidad de la
muerte es el único medio para adquirir la urgencia para redefinir al hombre”.
Dice Carlos Castaneda: “Sin la conciencia de la muerte no sería más que
un hombre común envuelto en actos comunes".
Me gustan los fotógrafos que tienen amor por la muerte (pienso en
Witkin, por supuesto, en la mexicana Teresa Margolles, en la sublime fotografía
mortuoria que se realizaba en el siglo XIX).
Y cuando veo algo muerto en la calle –rata o humano– siempre me pongo a
admirarlo, porque es hermoso, porque la muerte es hermosa.
El autor de esta
fotografía, Luis Edgar Villagrán, parece estar de acuerdo conmigo. Dice que la
muerte tiene belleza y que la muerte tiene virtud. Y cita a Cioran: “Quien no
ve la muerte de color rosa padece daltonismo del corazón”.
Luis Edgar Villagrán es de
Mazate y tiene 25 años. Tomó su primer foto con una polaroid a los 6 años. Le
interesa el trabajo fotográfico conceptual y artístico. “Tengo claro que es lo
único que no me ha dejado de interesar y que pienso seguir haciendo”, dice.
Esta precisa foto que ven
ustedes, y que no tiene título, la tomó en una tarde tranquila (como todas en
la calle de la colonia donde vive, cerca de San Bernardino, Suchitepéquez).
Iba caminando y se
encontró con un zanate (digo yo que es zanate, y si no hagamos de cuenta que es
zanate) que estaba sobre la calle (la calle que Villagrán describe así: “lengua
agrietada”).
Fue a su casa por la
cámara, sacó la foto.
Es una foto –un díptico– excepcional:
el montaje, el color, el objeto fotografiado, el fondo mismo con su rica
nervadura gráfica…
El zanate –un zanate anónimo,
un zanate de muchos– conmueve. Un héroe urbano ha fallecido. Allí están el
plumaje, el ojo, las patas ausentes, y tiernas. ¿Cómo murió? No sabemos. Murió.
Quizá no llevaba mucho tiempo de fallecido, cuando fue fotografiado. Luego
vendrían las hormigas, y los barrenderos de la Municipalidad (que también son
hormigas).
Cómo duele la muerte de un
niño y cómo duele la muerte de un zanate. El zanate es el guardaespaldas delgado
de la ciudad y de los pueblos ausentes. Los zanates son pájaros de la calle:
inteligentes, lazarillos. El zanate es nuestro cuervo centroamericano, y aquí
ha sido fotografiado con dignidad, post mortem, por Luis Edgar Villagrán.
(Fotosíntesis publicada el 15
de noviembre de 2013.)
Ella
ResponderBorrarEsperó a que su hijo se llevara el vestido de domingo para preparárselo, Con éste vestiremos tu cadaver, le dijo.
Azula me llamó feliz, ese vestido de domingos de misa había desaparecido de su ropoero:
-Vestime a tu manera- fue lo último que me dijo. Ueserada a la muerte.