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Canto de carretera


Foto:
Clodvin Fernando Aceituno

Clodvin Fernando me suministró esta foto, un paisaje. Pero hay que cachar que es más que un simple paisaje. Es la libertad misma hecha asfalto.

Ahora y antes que nada hay que decir que Clodvin Fernando Aceituno es escritor, por cierto de Amatitlán, escribe poesía, también novela, ganando los Juegos Florales de Quetzaltenango en 2013 con una obra llamada “La espera”. Entiendo que ha ganado otros concursos.

También entiendo que a Clodvin le gusta eso de ir en moto, y por allí toma fotos de sus viajes.

(Aquí son muchos quienes rinden homenaje a la carretera saliendo a pasear en motocicleta. Es todo un estilo de vida: los trajes, la velocidad, las cruzadas dominicales, el engase total.)

En esta foto que Clodvin nos ha enviado, impregnada de colores ya casi fluorescentes, vemos un pedazo de esa buena, incondicional, lúbrica carretera que es madre, cuata, amante. Y ahora y allí tienen la curva sagrada, que es movimiento, y da movimiento a la imagen, y a sabiendas que en muchas curvas la gente muere pero es en las curvas en donde recibimos las mejores epifanías y el infinito nos toca el alma. Está la curva y está el pico y el cielo azul, que Dios sabe es lo poco que nos va quedando, en este descalabro cósmico.

La carretera y sus jeroglíficos, sus aceites, sus asfaltos ennegrecidos, su línea indestructible, como la consciencia. La carretera que huye hacia adelante, perdiéndose en su porvenir, custodiada por delirantes vegetaciones.

Hacemos aquí homenaje a la carretera, principio y símbolo. ¿Símbolo de qué? De su propia libertad autosuficiente, pero abierta y no sellada. Siempre nos quedará la limpia, la sinuosa, la presente y perfecta carretera. Incluso la más hecha mierda traduce una posibilidad, una traslación y un destino. Solo el retén es la muerte. Todos nos quieren retener: la policía, la familia y los políticos. Pero uno es conforme a lo más alto, y los más alto es la carretera.

El gran libro de la carretera sea acaso On the road, que yo leí hipnotizado en el colegio, del gran Kerouac. (Recién por cierto vi la adaptación de Walter Salles, no quedé decepcionado). Los escritores y las carreteras van de la mano, por lo menos metafóricamente. Y en el caso de algunos escritores, como Clodvin, directa y experiencialmente.

On the road, decíamos. Quizá la gran novela americana. La tradición de la carretera y del nomadismo es lo más espiritual que nos ha dado los Estados Unidos, y allí están Whitman, Thoreau, o Thompson para comprobarlo, que por cierto tiene un libro llamado The Proud Highway.

Todo canto de carretera es un canto de libertad.


(Fotosíntesis publicada el 12 de diciembre de 2014 en Contrapoder.)

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